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LA MARIPOSA QUE CREÍA SEGUIR SIENDO UNA ORUGA

 

Había una vez una pequeña oruga que con alguna dificultad se arrastraba por el suelo de un lugar a otro. Un amanecer, cansada de hacer siempre lo mismo, vio un hermoso árbol. Este árbol era muy grande y de frondosa copa. Toda su vida, había permanecido bajo aquel árbol sin percibir su grandeza. Decidió subir por aquel tronco. Pero el tronco resbalaba y ella caía y no parecía avanzar, a pesar de ello, no dejó de luchar y poco a poco, paso a paso, consiguió llegar a la copa del árbol. Allí se acomodó en una rama y observó lo que había conseguido, viendo desde allí un paisaje maravilloso que nunca había visto. Desde aquella rama, la pequeña oruga sintió una paz indescriptible, se quedó inmóvil, mirando el mundo que estaba a sus pies y rodeándola.

Esto no era suficiente para ella, y sintió que la vida era demasiado maravillosa para no transformarse con ella. Aunque todo el camino la había dejado muy cansada, esto no la impedía estar muy agradecida y sentía que había llegado el momento de convertirse en otro ser. Un sueño placentero la invadió y durante días durmió y durmió, y alrededor de ella comenzó a cubrirla un manto de color oro llamado crisálida. Al despertar, primero se sintió aprisionada, pero esa prisión dio lugar a una liberación en forma de dos preciosas alas azules. La pequeña oruga era ahora una mariposa azul. Sin embargo, ella no se daba cuenta de lo que era, y seguía pensando que era una oruga, y no se comportaba como una mariposa. Al principio actuaba como siempre, no usaba las alas para volar, e intentaba cubrir sus paso como antes. Pero ella ya no era la misma y su cuerpo no estaba adaptado para vivir como una oruga. Ella era una mariposa y pensaba seguir siendo una oruga, no entendía qué pasaba, y estaba cansada. Cuando intentaba trepar por el árbol, le costaba mucho avanzar, todo eran complicaciones. En un momento dado, se paró al ver que no podía continuar, porque las otras ramas estaban muy lejos, y comenzó a llorar. Una mariposa amarilla se acercó y se posó sobre una flor cerca de ella. Al preguntarle qué le pasaba, le dijo: quizás no puedes trepar, pero sí puedes usar tus hermosas alas. La mariposa azul se miró extrañada, y como el día que salió de la crisálida, movió con fuerzas sus alas y las abrió. Eran unas hermosas alas azules, y aunque al principio se asustó, observó cómo lo hacía la mariposa amarilla y comenzó a entender que ya no era una oruga y que esas alas podían ser de su utilidad. Cerró los ojos y sintió que aquellas alas formaban parte de ella y que ya no tenía que seguir arrastrándose. Descubrió que por miedo no había aceptado que ahora era una mariposa azul.

Resiliencia: las mariposas son un símbolo de transformación, y este pequeño cuento nos recuerda que vivimos en mundo cambiante y que evoluciona, nosotros somos parte de este mundo dinámico y debemos dejar atrás el miedo, la vergüenza… los demás suelen ver con mucha más claridad nuestras virtudes.

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Están especializados en las materias que desempeñan. Además, se adaptan a los diferentes ritmos y técnicas del aprendizaje de cada alumno. Destacan por su empatía y esfuerzo por garantizar el desarrollo emocional, social y académico de los estudiantes. Asimismo, creamos un buen ambiente de trabajo, no solo mediante la relación entre el docente y el alumno, sino a través de un aprendizaje cooperativo en el que los estudiantes trabajan y ayudan a sus compañeros.